¡Los mexicas llegaron ya!
La imagen del águila posándose en un nopal y devorando una serpiente ha trascendido como imagen identitaria de una región, primero, y una nación, después, sin haber sido tocada por el pétalo de un cuestionamiento iconográfico, pero tampoco por la curiosidad del origen de esta imagen mítica. Desde la crónica de Fray Diego Durán del siglo XVI hasta la actualidad, la imagen ha servido para fines tan diversos como emblemas nacionales hasta souvenirs vernáculos que dotan de sentimiento de pertenencia a mexicanos en territorio nacional y extranjero.
Interpretaciones y reinterpretaciones del mito fundacional y romantización del Valle de Anáhuac están presentes en la obra de artistas como Jesús Helguera a quien le debemos lo que podemos llamar una fantasía azteca (sic) del siglo XX y que Francisco Mata Rosas fotografía admirablemente en la contemporaneidad. Las escenas tridimensionales de Alfredo Velázquez Lona y Luis Ascanio Zenteno en que recrean las escenas que conocemos o que queremos imaginarnos de estos pasajes históricos ponen de manifiesto la inventiva de los acontecimientos que continúan dotándonos de identidad. La cabeza de esa misma águila, ora monumento pétreo, es tratada por Enrique López Llamas desde una perspectiva generacional donde enfrenta las políticas culturales gubernamentales del siglo XX con la lectura actual de los símbolos patrióticos.
