¡Y se hizo la luz! El alumbrado de gas en la Ciudad de México

Y se hizo la luz

Esta ciudad siempre se destacó por ser receptora de diferentes innovaciones, por ejemplo en arquitectura, urbanismo e instalaciones. Desde la época colonial y al ser capital de la Nueva España, fue beneficiada con lo mejor y último en tecnología.

Una muestra de ello es el alumbrado público, que desde finales del siglo XVIII ya era parte de la ciudad; fue por decreto del 2do Conde de Revillagigedo que se comenzaron a alumbrar las calles, se ordenó que las personas colocaran una luz dentro de un farol en los balcones y ventanas de sus casas, “desde las oraciones hasta después de la queda, para que de esta manera se observe más o menos uniformemente iluminadas las calles evitándose insultos, pecados, asaltos, etc.”

Para 1783 se reglamentó el alumbrado, instalando faroles que dieran a la calle y se uniformaron tomando como ejemplo las calles de Don Juan Manuel y de San Agustín. Esta medida solo otorgaba luz a algunas calles y al Palacio, lo que llevó a las autoridades a intervenir para solucionar el problema.

Es hasta 1790 cuando por reglamento se regula el alumbrado en las calles de México y es en este punto cuando los famosos “serenos” entran en escena. Ellos eran los guardafaroles y entre sus funciones estaban encender los faroles y con un silbato anunciar la hora, sobre algún acontecimiento o si todo estaba sereno. Eran el primer servicio público de alumbrado con lámparas de aceite, se llegaron a alumbrar doscientas calles que comprenden gran parte de lo que ahora es el centro de la Cuidad de México. Este sistema permaneció por el siguiente medio siglo.

Fue en 1857, después de varias licitaciones, y durante el gobierno de Ignacio Comonfort que se inauguró el alumbrado de gas el 31 de julio, “en las calles y plazuelas que comprendían un cuadrilongo de norte a sur desde la segunda calle del Indio Triste hasta las bajas de Balbuena y de este a oeste en dos líneas tiradas desde la calle de Monte Alegre a la plazuela de San Fernando y desde la calle de Balbuena hasta el Paseo de Bucareli.”

A partir de este momento se presumía la Ciudad de México como una metrópoli a la altura de las más modernas ciudades europeas. En 1870 la Plaza de la Constitución ya estaba alumbrada y para 1875, uno de los paseos más importantes, la Alameda Central, contaba también con este sistema de alumbrado. Hacia finales del siglo XIX llegaría el alumbrado eléctrico poniendo a  esta ciudad a la par de las grandes capitales mundiales.

En el Museo del Objeto del Objeto recordamos este importante acontecimiento, el cual cambiaría no solo los aspectos tecnológicos e industriales de México, sino también la vida cotidiana de sus pobladores; es por esto que les presentamos algunos objetos que nos recuerdan el momento en que en la Ciudad de México se hizo la luz.

 

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