Era lunes 16 de Marzo, días antes de que esta situación estallara; daban las 12:25 cuando mi mamá me gritó con mucha desesperación mencionando lo mal que estabas y salí lo más pronto posible de la regadera; el tiempo pasaba muy lento pero mi corazón no paraba, me vestí lo más rápido que pude, salí de mi casa, y al correr unas cuantas cuadras, lo único que pensaba era en ti; entre más me acercaba, más miedo tenía de llegar.

Cuando al fin llegué, estabas ahí viéndome directo a los ojos y pocos minutos después estabas desvaneciéndote en mis brazos, el mundo se detuvo junto con tu respiración. Entre gritos y llanto… te fuiste.

La cuarentena comenzó a pasar, publicaciones en redes sociales de personas felices por tener algunas semanas de descanso, pero sólo era el comienzo.

Mis días comenzaron a ser más dolorosos y tu ausencia más notoria. Tomé valor pintando: en cada pincelada y detalle, los recuerdos de nosotras juntas llegaban a mi mente. Tu ausencia se hizo más presente en este confinamiento, estás plasmada en este cuadro, mi colibrí.

Abrazo el cuadro cuando más me haces falta, siendo el objeto más importante de este doloroso encierro.

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