La Colonia Roma

La Colonia Roma

La colonia Roma tuvo su origen en las postrimerías del Porfiriato. Nacida en 1903, su aparición constituyó un suceso histórico tan relevante que el propio general Díaz le dedicó una mención en el mensaje presidencial de ese año.

Teniendo un crecimiento cultural manifestado con la creación de museos y galerias.  Se anunciaba como una colonia que ofrecía lo más novedoso: Nace como una colonia que augura: “Calles de asfalto, saneamiento, anchas banquetas con arboleda, agua, parque, mercado. Lotes pagaderos en diez años…” como rezaba el rótulo colgado en uno de los muros de lo que sería una de las colonias más prestigiadas de la ciudad.

Al igual que otras zonas de la ciudad, la Roma surge como consecuencia de la expansión al sur poniente de la ciudad de México. Las clases altas y la burguesía, establecieron su residencia fuera del antiguo centro de la ciudad y construyeron sus majestuosas casas, artísticos “chalets” y palacetes en las elegantes colonias Juárez (1896), Roma- Condesa (1902) y Cuauhtémoc (1904).

El 24 de enero de 1902, la Compañía de Terrenos Calzada de Chapultepec, S.A. informó al Ayuntamiento haber comprado un terreno denominado Potrero de Romita, con el propósito de establecer en él una colonia dotada de todos los servicios necesarios. El contrato fue aprobado por el Ayuntamiento el 30 de diciembre de 1902 y la colonia tomó el nombre del vecino pueblo de Romita.

Ésta nueva zona pronto es depositaria de las más vanguardistas tendencias arquitectónicas. Adamo Boari, quien plasmaba en el nuevo Teatro Nacional, hoy Palacio de Bellas Artes, la visión que recogería de los mejores escenarios del mundo, estableció su residencia en la incipiente Roma muy cerca del edificio del graderío del hipódromo, hoy Colonia Condesa, contigua y también célebre brillante vecina.

El nuevo suburbio fue planeado a partir de un eje existente entre la Calzada de Chapultepec y el ángulo que formaba con la Calzada de la Piedad (hoy Cuauhtémoc). El fraccionamiento se proyectó con amplias calles asfaltadas que, por lo general, medían 20 metros de ancho; inclusive, algunas avenidas tenían camellones con pasto, lo cual era una gran novedad. La avenida Jalisco (ahora Álvaro Obregón), de 45 metros de ancho, fue pensada como un boulevard al estilo parisino; las esquinas fueron delineadas a 45 grados, para permitir el paso los carruajes, y las aceras fueron embellecidas con árboles. La nueva zona contaba con agua potable, alcantarillas, sistema de drenaje y alumbrado público.

El diseño del fraccionamiento tenía bellos jardines, al centro del suburbio, como el Parque Roma, con bancas de hierro alrededor de una gran fuente (actualmente Plaza Río de Janeiro). El periódico El Mundo Ilustrado, del 16 de marzo de 1913, afirmaba que la Roma era una: “prueba palpable de nuestro progreso material, dirigido por la evolución del buen gusto, es esta colonia que nos da honra y prestigio en el mundo civilizado”.

Se extendió hacia el poniente, al abarcar la zona comprendida entre las actuales avenidas Chapultepec, Insurgentes, Álvaro Obregón y Veracruz, que habían pertenecido a la colonia Condesa. Hacia 1922, la Roma se amplió al urbanizarse el antiguo pueblo de Romita, integrándose esos terrenos a la colonia. En 1927, se le denomina Colonia California, al segmento que va de la Avenida Baja California, a lo que hoy conocemos como el Viaducto Miguel Alemán; posteriormente, esta pequeña colonia se integra a la Roma Sur. En la actualidad, la Delegación Cuauhtémoc considera los límites de la colonia Roma Sur, desde la calle de Coahuila, hasta el Viaducto Miguel Alemán.

La fascinante historia de la Roma, aún está por hacerse, por descubrirse.  En su cotidianeidad muestra esta gran urbe su mejor perfil: la mezcla de olores y sabores en sus restaurantes, sus viejas páginas en las legendarias librerías, las obras que cuelgan en los muros de sus galerías, sus farolas que alumbran las aceras donde caminan los artistas, intelectuales con el tomo o el periódico bajo el brazo. Colonia que invita a conocerse, a catalogar cada rincón y escudriñar sus secretos y leyendas, es, una forma de preservar el futuro. Un futuro en que haya más relatos e historias.

Adaptación de texto de la exposición Roma Condesa, 111 años de historia, del Museo del Objeto del Objeto.

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