Gonzalo Tassier

Gonzalo Tassier

Gonzalo Tassier está próximo a cumplir 80 años y sigue jugando con plastilina y dibujando con gises.

Ha perseguido a Tapies, o a Carlos Aguirre. Ha aprendido a pintar en la pared, ha guardado cajas, cajitas, tuercas, rondanas, lápices, piedras, botes “noveau”, plumas, manguillos y hasta aire para la compresora y el aerógrafo.

Gonzalo Tassier ha sido lavapinceles, “paste-up”. Ha visto morir al linotipo y nacer al computador ha pegado letraset o “bajado las fuentes”. Ha sido director de arte y director creativo de grandes, muy grandes agencias de publicidad con enormes cuentas pero para Gonzalo no hay cliente pequeño, sea Chrysler, American Airlines, Gerber, Campbell’s, Santander, Fundación Tarahumara o una tarea para sus nietos.

El ha diseñado con el mismo fervor durante los últimos 50 años.

Se desempañaba como director de su propia agencia y ahora se une a eso que se llama “Home Office” aunque él mas bien tiene un taller-estudio que repta por toda la casa.

Para esta exposición, Gonzalo retoma el pincel de aire y devuelve a la vida los objetos de la basura. Un mundo de color y desperdicio convertido en emoción.

Para el museo MODO, Museo del Objeto Del Objeto, que dirige Paulina Newman, ha preparado una pequeña colección de algo incatalogable, algo así como piezas, arte objeto o sonrisas; nos dice que su sueño es quitarle el fondo a la “Caja de zapatos”  de Orozco en el museo de Nueva York, y así simplificar la obra llamándola “vacío”, “nada”, pero todavía, dice, conserva el pudor suficiente para no hacer esta trastada.

Gonzalo Tassier conoce al museo desde sus orígenes, cuando era la residencia de su fundador Bruno Newman, amigo entrañable, coleccionista, filántropo y comunicador en toda la extensión de la palabra.

El trabajo divertido de Tassier se basa en los pequeños objetos, los más humildes, las tuercas, los tornillos que se zafan de su cabeza y se unen en una composición insólita, una búsqueda en espiral hacia atrás para homenajear al museo, a los creadores de objetos, al “homo” que ya opone el pulgar, razona, piensa, sabe usar un tenedor y mantener unidas dos piezas.

Celebremos al Museo MODO, a sus objetos y disfrutemos estas licencias de humor en el estricto sentido del Arte Formal, un espacio en el que el autor se mueve desenfadadamente.

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